En proyectos educativos que empleen el audiovisual debe tenerse especial cuidado en diferenciar cuándo es objetivo central el desarrollo de competencias audiovisuales, y por ende de las posibilidades interpretativas y expresivas de los sujetos; y cuándo el propósito básico es la recuperación, sistematización y transformación de las prácticas sociales de los sujetos. Si bien ambos criterios o intenciones siempre están comprendidos, y se complementan, se debe precisar que en todo caso el audiovisual no es el fin, sino el medio.
Desde esta propuesta, no se trata de formar expertos en comunicación audiovisual, ni jóvenes aprendices de las técnicas del cine o la televisión. Formar habilidades en la filmación, la correcta disposición de planos, la edición y la musicalización sería un propósito secundario. Lo prioritario, más enmarcado en la experiencia que nos motiva, es que sean capaces de mirar con otros ojos su realidad, que se valgan del audiovisual para expresar sus inquietudes, sus visiones, sus proyectos de vida, utilizando su propio lenguaje. La producción y la recepción de videos será la vía para motivar reflexiones, deseos de participación y necesidades de interrelacionarse como grupo; así como para sistematizar la experiencia en la cual se aprende a aprender colectivamente.
«Adentrarse en una experiencia que permita además la construcción de materiales audiovisuales resultará muy motivador para los participantes de un proceso educativo-comunicativo. La investigación del aprendizaje en las tres últimas décadas ha mostrado que los adolescentes aprenden mejor cuando están involucrados en actividades en las cuales ellos mismos diseñan y construyen sus proyectos de investigación, lo que significa generar las propuestas, proponer soluciones e implementar acciones utilizando recursos propios o de otros adolescentes» (Yarto, 2001).
Esta producción debe ir acompañada de una profunda interpretación de sus prácticas sociales y esta interpretación se debe explicitar en un discurso construido entre todos. No se trata de dar respuestas ante una cámara, sino de construir un discurso lleno de afirmaciones, negaciones o interrogantes fundadas en las interrelaciones realizadas por medio del ejercicio intelectual y teórico de análisis y síntesis de sus realidades. Comunicar los aprendizajes obtenidos y llevarlos al audiovisual resultará una manera de repensar la experiencia, resignificarla, objetivarla y multiplicarla. Esta oportunidad se convierte en un nuevo punto de partida para el conocimiento.
Recuperando experiencias de formación audiovisual: Latinoamérica.
Las experiencias en la formación de audiovisuales, sobre todo aquellas relacionadas con jóvenes y adolescentes, se vienen desarrollando en el continente desde fines de la década del sesenta. Su número se ha multiplicado desde finales de la década del noventa debido, entre otras razones, al abaratamiento de las tecnologías de producción, y en las mismas se constata diversidad de enfoques y métodos de trabajo.
Por ser los más recientes, y por tanto comprendidos en contextos más cercanos al nuestro, se consideró prudente centrarse en aquellos proyectos latinoamericanos que hacia el año 2000 mostraban cierta sistematicidad en un trabajo que vinculaba a los adolescentes con la producción de audiovisuales.
Algunos de estos proyectos surgieron como iniciativa de centros o instituciones de adolescentes como es el caso venezolano de 360 grados que aglutinaba cerca de 50 adolescentes y jóvenes del Colegio María Auxiliadora y de la Escuela Técnica María Auxiliadora, cuyo objetivo central era recoger la vida de ambos centros educativos y devolverla convertida en entrevistas, música, noticias, reportajes y materiales audiovisuales transmitidos desde enero de 2000 por un canal regional.
Otros utilizaron el audiovisual como método de capacitación de miembros y dirigentes de organizaciones populares, como las Brigadas Electrónicas de Educación Ciudadana (BEEC) desarrolladas a partir de marzo de 1999 en República Dominicana, que se apropiaron de la comunicación grupal y popular, del uso pedagógico del video y de las actitudes del comunicador popular. También en diferentes centros universitarios como la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima, la inclusión de la línea de investigación sobre Comunicación y Educación establecida por el Centro de Investigación en Comunicación Social (CICOSUL), fue acompañada de una experiencia práctica con adolescentes entre 10 y 15 años de la ciudad de Lima y de ciudades como Huaraz y Cusco.
Algunas de estas experiencias llegaron al nuevo siglo después de varias décadas de trabajo sistemático. Entre ellas resaltan proyectos derivados del Plan Deni como el proyecto Cineduc, que en Brasil ha desarrollado talleres, seminarios, festivales, programas de televisión, libros y hasta el año 2000 había producido un total de 100 materiales audiovisuales; y el proyecto Cefocine (denominada actualmente Organización de Comunicación y Educación) surgido en Ecuador en 1989 entre cuyos objetivos estaba sensibilizar al niño frente a la imagen, desmitificar los medios a través de la alfabetización cinematográfica y difundir conocimientos esenciales sobre Comunicación y lenguaje audiovisual.
Específicamente Cefocine ha desarrollado importantes experiencias con adolescentes. Entre ellas destaca la formación de Clubes de Video Estudiantiles y el proyecto Pandillas , desarrollado en el año 2000, cuyo objetivo era que las pandillas constituyeran un grupo juvenil capaz de generar procesos de participación social.
Atendiendo a que ese proyecto incluía a adolescentes con conductas desajustadas, es prudente, para tomar como una referencia, destacar algunos de sus logros: los participantes se revalorizaron como personas -lo que permitió desarrollar su autoestima y el respeto hacia el otro-, diseñaron planes para fortalecer su identidad y encontrar actividades alternativas a la violencia, formularon y generaron proyectos, desarrollaron un claro compromiso social con otros jóvenes, al tiempo que reconocieron la importancia de la labor comunitaria y extendieron el proyecto a otros barrios de la región.
Estos resultados quedaron materializados en seis cortos que, integrados en un video, reflejaron su contexto social, situación familiar y las dinámicas de las pandillas. La investigación desarrollada por Cefocine permitió además explicitar otros conflictos como el vacío educativo de los pandilleros, el nivel de violencia familiar, la mala nutrición, los prejuicios de género que existían entre ellos, embarazos no deseados, paternidad y maternidad precoz, enfermedades sexuales, alto consumo de cigarros, drogas y alcohol.
Además de otras investigaciones consultadas que aparecen a pie de página, se indagó en ocho proyectos reconocidos por la Red UNIAL en el marco de El Universo Audiovisual del Niño Latinoamericano en 2005. Nos referimos a: Ventana a mi comunidad (México), Neuronial y Rede Jovem de Cidadania (Brasil), Festival de Cortometrajes escolares y juveniles (Perú), Proyecto de educación ciudadana y La Fundación Chulpicine (Ecuador), Con voz propia (Bolivia) y Un minuto por mis derechos (Argentina).
La mayoría de estos proyectos se centran en una formación audiovisual desde edades tempranas, vinculan el audiovisual con estrategias de comunicación popular y ofrecen a los adolescentes la posibilidad de expresarse a través del audiovisual. En este sentido sobresale la experiencia Un minuto por mis derechos , que convocó a adolescentes entre 14 y 21 años a expresarse de forma creativa sobre sus derechos, a través del lenguaje audiovisual y mediante la realización de videos de un minuto de duración.
Entre otras experiencias del área, se encuentra el centro brasileño de Medios de Comunicación para Niños y Adolescentes MIDIATIVA, el proyecto Pintacuentos en Chile, el Festival Kolibrí en Bolivia y La Matatena en México.
Además de estos proyectos existen dos que al igual que el Proyecto Pandillas, se relacionan con adolescentes que enfrentan difíciles situaciones sociales . El primero es el proyecto Niños en la calle que integra proyectos similares en Canadá, Ecuador, Colombia y Brasil. El segundo ejemplo, es uno de los proyectos de Vida y Educación , el programa “Alternativas”, cuyo objetivo es desarrollar con el apoyo de soportes audiovisuales actividades socioeducativas alternativas a la privación de libertad de los adolescentes en conflicto con la ley penal, lo cual promueve la vigencia plena de sus derechos (ya sea acortando los plazos de internamiento o evitando la privación de su libertad). Para ello, agrupó a adolescentes de 14 a 18 años de ambos sexos atendidos por el sistema de justicia juvenil.
Hasta aquí un breve recorrido por experiencias para adolescentes y con adolescentes que persiguieron, o bien la formación audiovisual, o bien se desarrollaron en pos de una transformación social que solo es posible a través de la creación y la comunicación conciente de aquellos que, armados de una cámara de video, quieren hacer valer sus palabras.
Its wonderful as your other posts : D, thankyou for putting up.